Semana
a semana se contabilizan una gran cantidad de femicidios. Pareciera que estos
casos ocurren con mayor frecuencia, a pesar de las marchas de Ni Una Menos en
la que miles de personas, en su mayoría del sexo femenino, se organizaron y
juntaron para pedir un alto a estos actos criminales. Si gran parte de la
sociedad es presa del miedo, precisamente es por culpa de un Estado ausente. ¿Hasta
cuando tenemos que vivir con el miedo de perder a algún ser querido?, ¿Hasta
cuándo vamos a sufrir cada vez que salimos a la calle?, ¿Hasta cuando nuestras
hijas/hermanas/madres van a ser privadas de su libertad y días después
encontradas sin vida en descampados, sin ropa, víctimas del más atroz y vil
crimen?. Pero como si lidiar contra los delincuentes y una policía ineficaz
fuera poco, además hay otro problema que no es tratado con la importancia que
se debería: Los jueces garantistas.
Desde
que en 2003 el juez Eugenio Raúl Zaffaroni asumió como Ministro de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación hasta 2014 cuando finalizó su cargo, se
encargó de ayudar a los violadores y fomentar su pensamiento. Lamentablemente,
hay varios jueces cómo él, claro, el abogado de Cristina Fernández de Kirchner
los formó de esta manera en el que siempre se excusa al homicida. Es el sistema
capitalista el responsable de que haya criminales, asesinos y violadores. Es la
injusticia social la que produce delincuentes. Por lo tanto, siempre se puede
condenar y responsabilizar a esa ideología y dejar libre a los que superaron
todos los límites morales al violar y ahorcar a una niña o a varias. El
delincuente termina siendo la "victima" por el sistema.
Uno
de los casos más escandalosos de Zaffaroni fue el Julio Tiraboschi
que con excusas de mostrarle juguetes a una menor de edad, la llevó a las
cocheras del edificio, donde trabajaba como portero, la introdujo en el baño,
sentándola sobre el inodoro al tiempo que le ponía el pene en la boca,
diciéndole que adivinara qué dedo era. El insólito argumento que utilizó el ex
juez de la corte suprema para condenarlo por solo tres años es que el sexo oral que el portero le
obligó a realizar a la niña de siete años no constituía violación porque no era
una forma de acceder carnalmente a la víctima, además aseguró que “si hay
oscuridad no hay abuso sexual” y determinó como un atenuante el hecho de que el
portero hubiera forzado a la niña con la luz apagada.
Los asesinos parecen tener más derechos que las víctimas, al quitarle la vida. Entonces: ¿Por qué se protege tanto a una persona que comete tan violento acto?, ¿Por qué se lo libera de las cárceles antes de tiempo por una supuesta buena conducta, inexistente?, ¿Por qué si los psicólogos afirman que son enfermos incurables que reinciden en un 95%, se los permite salir a la calle para que vuelvan a manchar de sangre sus manos?. Pareciera que vivimos en un mundo del revés donde los derechos se los dan al asesino y no a la sociedad trabajadora, indefensa, a las víctimas de tanta violencia en la que vivimos. El sistema está fallando y no cumple su deber.
El último caso que revolucionó al país fue la
muerte de Micaela García, una joven de 21 años que fue a una fiesta y días
después fue encontrada en un descampado, asesinada en las manos de Sebastián
Wagner luego de ser abusada sexualmente. Wagner, condenado por dos violaciones,
fue liberado antes de cumplir la totalidad de su condena, por el juez Carlos Rossi,
un garantista seguidor de Zaffaroni, protector de los violadores y asesinos. Un
ayudante encubierto que se lava las manos al pedirse días después una licencia,
vaya a saber uno el motivo, seguramente tratando de escapar de los que lo
señalan como uno de los culpables.
La responsabilidad que un juez tiene es muy
grande, determina quién ingresa a una cárcel y cuándo puede salir. Entonces si
tenemos a estas personas protectoras de asesinos nos estamos descuidando todos.
Hay que erradicar de raíz a este tipo de personas que solo piensan en esta
ideología nefasta, con métodos perversos. El asesinato de Micaela parece la
crónica de una muerte anunciada, al liberar a un violador reincidente, es obvio
que va a cometer un delito. Claro que pudo ser cualquiera, la joven tuvo la
cruel injusticia del destino de cruzarse en el camino con su asesino, pero todo
se hubiera evitado dejando tras las rejas al delincuente.
Si
queremos protegerlas, si queremos asumir esta lucha, que los asesinos estén
tras las rejas, así las mujeres podrán transitar un poco más tranquilas por las
calles. Cambiemos la ideología, intentemos aplicar leyes más duras a los
delincuentes y eliminemos a los jueces como Zaffaroni y Rossi, que cargan
en su carrera las manos manchadas de sangre. ¿El gobierno cumplirá con su promesa
de "Cambiemos" y reorganizará el sistema penal con castigos más duros
sin salidas transitorias o seguiremos con el molinete giratorio en favor de los
presos?.
Por Gonzalo García
Por Gonzalo García


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